viernes, 26 de octubre de 2007

Inquiero


Hoy os hablo desde el estupor (desde un cierto estupor, al menos) y como ciudadano más que como periodista, que es lo que pretendo ser en horario laboral. Ayer empezábamos el programa con el cuñado de Rajoy, ese director financiero que aún cuenta en pesetas y para el que parecen dar lo mismo 20 mil que 30 mil millones... puro rigor. A estas alturas, no me voy a sorprender por su nombramiento pero sí por algunas de las reacciones, en concreto por una. Veréis: esta mañana desde el PP ni se defendía ni se dejaba de defender este nombramiento (una postura muy nuestra, la verdad, eso de no subir ni bajar) sino que se contraatacaba diciendo que uno de los que habían denunciado ese parentesco desde las filas del PSOE o del BNG (que tampoco nos lo aclararon) habría hecho algo muy parecido ahora que manda, es decir: enchufar a un familiar próximo en la administración (bueno, no dijo enchufar, sino ocupar un puesto de libre designación). Eso le quitaría al autor de esa crítica toda legitimidad para hacerla. Yo estoy totalmente de acuerdo: si eso es así, es totalmente correcto.

Bien, una vez aceptado esto yo, que ni he mandado ni mando, ni tengo ningún familiar próximo al frente de chiringuito alguno, me he considerado (yo sí) con suficiente legitimidad como para seguir preguntando, porque no me parece que un comportamiento incorrecto haga bueno al otro sino que, si los lazos de sangre son el único criterio para obtener un cargo público, los dos casos serían igual de condenables.

Es mi opinión. Pero, a eso (al menos hoy desde el PP) no he conseguido todavía que se me responda. Alguien lo hará desde el otro lado? Habrá que seguir probando.

Portada del 25 de octubre.

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