
Alguna vez que otra (me consta) los periodistas hemos resultado útiles para la sociedad, pero lo más habitual es que seamos lo peor para nosotros mismos. Convertimos en noticia y contamos a bombo y platillo casos que -cuando tienen como protagonista o como víctima a alguien del gremio- se suelen quedar, en el mejor de los casos, en un agrio comentario en los pasillos entre rueda de prensa y rueda de prensa... Va a ser por eso lo de canallesca...
Si lo que le ha sucedido a Isabel Quintairos, compañera de la Cadena Cope en Santiago a la que (no lo digo yo: lo dice una sentencia judicial) han despedido en dos ocasiones por homosexual y nacionalista, le ocurre (por decir algo) a una directora de banco o a una cajera de un gran almacén, estamos parando máquinas y dedicándole informativos monográficos.
Tal vez sea por esa máxima según la que el periodista nunca tiene que ser la noticia o igual es que no deja de darnos algo de reparo meternos con otra emisora a la que (desde la cultura popular hasta el Follonero) se divierten imaginando siempre enfrentada en una guerra más o menos abierta con ésta que estáis escuchando ("Ya están otra vez la SER y la Cope...").
Tal vez sea por esa máxima según la que el periodista nunca tiene que ser la noticia o igual es que no deja de darnos algo de reparo meternos con otra emisora a la que (desde la cultura popular hasta el Follonero) se divierten imaginando siempre enfrentada en una guerra más o menos abierta con ésta que estáis escuchando ("Ya están otra vez la SER y la Cope...").
Hoy, la edición gallega de El País publica el caso de Isabel... y ella misma acaba de hablar con Gemma hace poco más de una hora. Parece que, poco a poco, lo nuestro también importa. Lo que nos pasa cuando se cierran los micrófonos y se apagan los ordenadores porque, como el Neng, en el fondo somos personas.
A mí no me gusta hacer apología de una profesión que no pasa por sus mejores momentos... entre otras cosas, porque tiende a prescindir de las personas con ideas claras y valor suficiente como para defenderlas hasta el final. Yo, que he trabajado con ella, sé que Isabel tiene las dos cosas. Y entiendo que esté hasta los ovarios de tener que explicar qué hace una roja en la Cope.
Un besazo, Quintairos... y a ver cuándo vuelves a ponérnoslo difícil desde la competencia.
Portada del jueves 17 de abril.
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