¡Si buscáis un moderado, tened cuidado a la hora de votarme, porque conmigo se corre peligro!¿Pero de verdad queréis un alcalde moderado?
El moderado es fuerte con los débiles y débil con los fuertes.
El moderado finge resolver los problemas sin afrontarlos
El moderado hace la vista gorda ante la especulación inmobiliaria.
El moderado echa a los inquilinos de sus casas en el centro y después se las revende a los magnates de la especulación.
El moderado transforma en gueto la periferia.
El moderado acepta una escuela para ricos y una para pobres.
El moderado deja que la ciudad se vuelva más y más triste, y aplaude los rascacielos, donde no se ven niños jugando ni gente pedaleando en bicicleta.
El moderado teme disgustar a los ciudadanos que cuentan.
Y no concede la palabra a los que no tienen voz.
El moderado jamás cambiará nada.
El moderado no resolverá el problema de la contaminación de Milán, no salvará los pulmones setentones de los niños de 5 años.
El moderado no os librará del tráfico, del millón de automóviles que, con sus pedorretas, han transformado la ciudad en una cámara de gas.
Hoy, al parecer, no ser moderado es un defecto o un delito; o bien un privilegio de los jóvenes.
¡Pero hacen falta muchos muchos años… para llegar a ser verdaderamente jóvenes!
Milán, si mi música te suena demasiado fuerte, entonces quiere decir que te estás volviendo demasiado vieja.
No hay moderado que haya hecho historia,como no hay moderado que haya ganado un Nobel.
¡Yo no soy un moderado!
Seré un alcalde que arriesgue.
Porque creo que el riesgo del cambio es la única respuesta correcta para quien invierte su voto en un proyecto para Milán.
Si os decidís a votarme, arriesgáis mucho…
¡Os arriesgáis incluso a encontraros, finalmente, viviendo en una ciudad mejor!
Manifiesto electoral de Dario Fo. Portada del jueves, 22 de noviembre
(asamblea de la FEGAMP).